jueves, febrero 14, 2008

orilla y arena

Sin embargo, tu mar no es el mío;
el mío no vibra cuando la luna baja,
y deseosa se acerca a besar la arena.

Mi mar, te observa, calmado, desde la
orilla,
y se apresura a recibirte cuando
te trae revuelta, la marea, con la
arena.

Tu mar, abierto, se abandona a la marea,
a la caricia suave de la sal,
a los rezagos de la lluvia desatada.

Mi mar, se llena de tormenta,
de luz fulminante,
de estruendoso choque
de nubes encontradas.

Pero tu mar cae al mío, seducido
por la tierra; cae a remolinos
y con mi sal se
mezcla.
Mientras la boca me llenas,
suave,
de tu marea,
te haces tu mi orilla
y mi arena.

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